Me senté
en el piso,
quise quedarme
allí
y hundirme
en aquella
tristeza pasajera.
Se quedó acompañada tan sólo de su respiración
Se quedó sentada en el mismo rincón
Parecía que el tiempo no pasaba
Y se quedó sentada esperando
Esperó su llegada
Mientras los huesos se comían la vida
Mientras el rincón absorbía su aliento
Se quedó sentada
Esperando la vida, que se iba sin ella
Él, en forma paralela también miraba el pasar de las manecillas
como danzarinas de la vida, como soplo del aliento se va y no se vuelve a inhalar…
Él estaba esperando ver al menos su sombra, como nimbo que en contradicción iluminara la oscuridad de su ser.
Hasta la eternidad vio danzar las manecillas, el seguía esperando su llegar…Pero una eternidad es un santiamén
Y las manecillas marcan más que la hora
A ella le marcaban los suspiros
A ella le comían los ojos
La devoraban completa
A ella no le sobraba ni su sombra
Ni la más delgada silueta
Era vivir esperando o morir en la esperaPasaban siglos en parpadeos y él no podía dejar de pensarle…
Sus pies como raíces secas clavadas al concreto le impedían ir hasta donde la eternidad termina…
Quería moverse, quería abofetear a las horas y patear a la distancia, a la que está entre la realidad y la ficción inclusive… [...]